Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), fijados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015, abarcan cinco ámbitos críticos para el futuro de la humanidad y del mundo: personas, planeta, prosperidad, paz y alianzas.
De todos ellos, el más importante es, sin duda, el último. Si no existe colaboración entre las distintas figuras clave de cada sector, no lograremos alcanzar los objetivos fijados para 2030.
La colaboración es especialmente relevante si queremos conseguir sostenibilidad, un concepto recogido en muchos de los 17 ODS. El séptimo, por ejemplo, busca “Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos”. Este objetivo supone una transformación radical en nuestra forma de generar y consumir energía, que desde la Revolución Industrial se apoya en la utilización de combustibles fósiles para satisfacer las necesidades energéticas sin importar las consecuencias para el medio ambiente.
En qué punto estamos
En 2020, las emisiones de CO2 se desplomaron un 5,8 %. Fue la caída más grande de la historia y supuso una reducción de casi dos gigatoneladas de CO2. Sin embargo, no debemos olvidar que la razón principal de esta mejora fue la reciente pandemia. De hecho, la última vez que se vivió una caída similar fue en 2009, justo después de la crisis financiera.
Es obvio que no podemos depender de que se produzca una crisis mundial para alcanzar los objetivos de sostenibilidad, sobre todo cuando estas situaciones generan reacciones en cadena que afectan negativamente a otras áreas. Además, las reducciones drásticas de las emisiones de carbono siempre suelen venir acompañadas de un efecto rebote exagerado.
Las predicciones para 2021 indican un aumento del 4,8 % en las emisiones de CO2, ya que se espera una mayor demanda de carbón y petróleo a medida que se recupere la economía. Las consecuencias de unos cambios tan bruscos son muy negativas para el medio ambiente. Si queremos lograr una reducción sostenible de las emisiones de carbono, debemos buscar la colaboración entre los proveedores tecnológicos más innovadores, la investigación más puntera y las organizaciones.
Pero el cambio ya ha empezado.
Los motores del cambio
Uno de los últimos informes de ING pronostica que, para 2040, el 70 % de toda la energía mundial podría provenir de las energías renovables, lo que supondría una reducción de las emisiones de carbono de casi el 80 %. Uno de los principales impulsores de este cambio ha sido el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, que también fue una iniciativa de la ONU. En él, 180 países se comprometieron a limitar el aumento de la temperatura global y a apoyar la inversión en energías limpias en los mercados emergentes.
Como resultado de este acuerdo, Reino Unido batió en mayo de 2019 un récord histórico: por primera vez desde la época victoriana, el país pasó dos semanas seguidas sin consumir energía proveniente de la quema de carbón. Otro ejemplo interesante de los cambios que se están produciendo es una decisión igualmente histórica de Bord na Mona, la empresa energética irlandesa de propiedad semiestatal. Hasta hace poco tiempo, Bord na Mona se dedicaba a la explotación industrial de las turberas, zonas pantanosas que ocupan una sexta parte de la superficie del país y de donde se extrae la turba, un combustible fósil de origen vegetal utilizado tradicionalmente para la generación de calor. En enero de 2021, Bord na Mona anunció que dejaría de extraer turba en los terrenos de su propiedad, y se comprometió a apoyar el objetivo de Irlanda de eliminar las emisiones de carbono en el país para 2050.
El papel fundamental de la tecnología
Las alianzas y la legislación son fundamentales para reducir las emisiones de carbono, pero también lo son los avances en tecnologías renovables.
La energía eólica y la solar
Los ejemplos más significativos y conocidos de energías renovables son los de las energías eólica y solar. En 2019, la capacidad mundial de producción de energía solar aumentó un 67 % y alcanzó la cifra récord de 118 gigavatios construidos. El coste de los equipos solares se redujo, lo que dio lugar a que la energía solar superase a la eólica y se convirtiese en la cuarta fuente de energía a nivel mundial.
Gran parte de los avances tecnológicos en energía solar y eólica se deben a la mejora del equipamiento y las herramientas utilizadas. En el caso de la energía eólica, algunas innovaciones que están teniendo un gran impacto están relacionadas con cambios en el diseño de los aerogeneradores, que utilizan turbinas más grandes y palas más largas, y en su mantenimiento, donde el uso de drones ha mejorado la eficacia y reducido costes. La energía solar, por su parte, está aprovechando los avances en la capacidad de almacenamiento de las baterías y en la tecnología de inteligencia artificial.
Las tecnologías emergentes
La eólica, la solar y la biomasa (aunque esta última es objeto de controversia) son las fuentes renovables consolidadas que están a la cabeza del sector. Sin embargo, también existen muchas otras tecnologías emergentes que podrían cambiar el panorama energético en unos años.
Na-TECC: El investigador Shannon K. Yee está trabajando en la utilización de la sal para mejorar la eficiencia de la conversión del calor de la energía solar en electricidad. Su equipo ha encontrado una forma de generar electricidad aprovechando el calor generado por el sol y la expansión isotérmica del sodio.
Ondas de radio: Varios investigadores del Instituto de Tecnología de Georgia están buscando la manera de capturar la energía emitida por los transmisores de radio y televisión mediante dispositivos que convierten la corriente alterna en continua antes de almacenarla.
Rectenas ópticas: Una rectena o antena rectificadora es un dispositivo que transforma la energía electromagnética en electricidad de corriente continua. El doctor Baratunde Cola, que también trabaja en el Instituto de Tecnología de Georgia, ha descubierto una nueva forma de desarrollar antenas más pequeñas que capturan la longitud de onda de la luz. Al combinarlas con diodos más rápidos, son más eficientes y rentables que las células fotoeléctricas de las que disponemos hoy en día.
Estos son solo unos ejemplos de los proyectos de investigación y desarrollo que se están llevando a cabo para transformar el sector de las energías renovables.
Seguimos avanzando
En los últimos diez años, el mundo ha hecho grandes progresos para luchar contra el cambio climático y garantizar el futuro del planeta. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para reducir las emisiones de carbono y volver a las mismas temperaturas que había antes de que comenzase la Revolución Industrial.
Para superar unos retos tan grandes, necesitamos la cooperación de los profesionales de todos los ámbitos. Con el potencial de las tecnologías emergentes para transformar nuestro futuro colectivo, queda claro que necesitamos todo tipo de colaboraciones para seguir avanzando. Esa es una de las misiones de The Collider.
The Collider es un programa de creación de empresas que busca conectar las esferas de la ciencia, la empresa y el emprendimiento. Este proyecto de innovación fomenta iniciativas de transferencia tecnológica que conectan la ciencia con el talento empresarial para crear startups disruptivas basadas en la tecnología. The Collider es una iniciativa tecnológica de Mobile World Capital Barcelona, que pretende impulsar la transformación digital de la sociedad para ayudar a mejorar la vida de las personas en todo el mundo.