¿Cómo has llegado hasta el mundo del emprendimiento?
¿En qué medida este entorno tan innovador te ayudó en tus proyectos?
¿Cómo han influido estas experiencias en tu trabajo en The Collider?
¿Cómo describirías The Collider y cómo definirías sus objetivos?
¿Cómo es el día a día en The Collider?
En tu función como director de programas, ¿tienes muchas oportunidades para participar en la creación de startups?
¿Hay alguna startup del programa que quieras destacar?
¿Cuáles son los principales desafíos que ves a nivel industrial a la hora de promover iniciativas de transferencia tecnológica de éxito?
¿Qué pasos debería seguir un emprendedor en serie que quiera formar parte de una startup tecnológica?
¿Cuál sería tu visión ideal para el futuro de la transferencia tecnológica?
Manuel Palacín es director de programas de The Collider. Es especialista en las áreas de tecnología y datos dentro de la innovación, y tiene una amplia experiencia en metodologías Lean Startup. Su trabajo en The Collider consiste en conectar a emprendedores y científicos para crear startups innovadoras que ofrezcan soluciones comercializables a los desafíos industriales y sociales.
Empezaste tu carrera profesional en el sector de la ingeniería de telecomunicaciones. ¿Cómo has llegado hasta el mundo del emprendimiento?
Fue el doctorado lo que me introdujo en el mundo emprendedor. Tenía un proyecto que presentamos a funcionarios europeos y que captó su atención. A partir de ahí nos pidieron que transformáramos nuestra tecnología en una empresa. Así fue como fundé mi primera spin-off en 2012: un portal de datos sobre transparencia para gobiernos locales, basado en big data y análisis de datos.
Durante el doctorado, trabajaste con personas de sectores muy distintos: desde el networking y las comunicaciones inalámbricas hasta el procesamiento de imágenes y música o la inteligencia artificial. ¿En qué medida este entorno tan innovador te ayudó en tus proyectos?
Mi formación como ingeniero me había proporcionado una visión amplia del panorama tecnológico, pero cuando cambié al mundo del emprendimiento, me di cuenta de que aún tenía mucho que aprender. Las normas que rigen cada uno de estos entornos son diferentes. No bastaba con tener una buena idea o una solución tecnológica, así que me dediqué a mejorar mi perfil y me puse en contacto con personas de otras disciplinas. De esta manera aprendí cómo funcionan las empresas. La formación tecnológica no es la única manera de obtener un buen producto. La clave es observar el entorno e identificar oportunidades en función de las respuestas del mercado.
Eres el fundador SmartGovs, Alquimia.io y AB Fisioterapia, proyectos que desarrollaste antes de entrar a formar parte de The Collider. ¿Cómo han influido estas experiencias en tu trabajo en The Collider?
Fundar estas startups fue como sacarse otro doctorado, pero en la vida real. SmartGovs era un excelente recurso tecnológico basado en la creación de portales de datos para gobiernos locales. Pero el momento no era el más adecuado, y nuestro cliente no estaba preparado para un proyecto tan innovador. Desde una perspectiva empresarial, fue un fracaso; pero desde un punto de vista emprendedor, fue una curva de aprendizaje. Me sirvió para aprender sobre este nuevo entorno y para hacer contactos.
Con Alquimia.io trabajé también con la Administración Pública, en este caso en eventos culturales y deportivos. La idea era utilizar una aplicación para recoger información sobre diferentes espacios de la ciudad. Aprendí mucho sobre tecnología, realidad aumentada e IA, pero tampoco en este caso era el momento oportuno para la Administración Pública ni pudimos coincidir con ellos en cuanto a la inversión.
Además, llevo un negocio de fisioterapia junto a mi mujer, y ser emprendedor en un entorno empresarial familiar también me ha ayudado a aprender mucho. He descubierto que aplicar mis conocimientos y mi enfoque emprendedor a un negocio más tradicional también puede funcionar muy bien.
Empecé a colaborar con The Collider en 2016, cuando estaba trabajando con Mobile World Capital Barcelona. Allí ayudé a definir y gestionar el programa durante las primeras etapas. Ahora estamos creciendo, cambiando y adaptándonos a una nueva era. Recientemente, a causa de la pandemia, nos hemos pasado al mundo online y hemos creado un programa basado en la experiencia y el aprendizaje en línea.
My collaboration with The Collider started in 2016, when I was working with the Mobile World Capital Barcelona. I helped define and manage the programme in its early stages. We are growing, changing and adapting to the new era. More recently, and because of the pandemic, we have switched to the online world, creating a programme based on experience and online learning.
Empecé a colaborar con The Collider en 2016, cuando estaba trabajando con Mobile World Capital Barcelona. Allí ayudé a definir y gestionar el programa durante las primeras etapas. Ahora estamos creciendo, cambiando y adaptándonos a una nueva era. Recientemente, a causa de la pandemia, nos hemos pasado al mundo online y hemos creado un programa basado en la experiencia y el aprendizaje en línea.
¿Cómo describirías The Collider y cómo definirías sus objetivos?
En mi opinión, The Collider es una plataforma o un entorno, más que un programa. Es un lugar en el que los científicos y los emprendedores pueden establecer conexiones y colaborar para desarrollar startups. Ofrecemos muchos recursos, contactos, asesoramiento, y conexiones con empresas, negocios locales y capitales de riesgo. Es decir, somos personas que conectamos a otras personas.
¿Cómo es el día a día en The Collider?
Actualmente estamos creando proyectos con el objetivo de acortar las distancias entre el laboratorio y el mercado, como nuestro programa On Campus. Este proyecto se basa en la metodología Lean LaunchPad, cuyo fin es evaluar la viabilidad comercial de las nuevas tecnologías, y se ha convertido en el modelo de referencia de la innovación y la formación emprendedora. También ofrece formación en emprendimiento para facilitar la transición de los alumnos desde la investigación a la industria. Queremos combinar lo mejor del nuevo talento emprendedor con los puntos fuertes de los sectores científico y empresarial para dar una ventaja a las startups de deep tech resultantes.
En tu función como director de programas, ¿tienes muchas oportunidades para participar en la creación de startups?
Tengo la oportunidad de conocer a gente interesante y hacer amigos de distintos sectores, y eso para mí es más importante que la creación de startups en sí. El programa reúne a personas con trayectorias personales y profesionales diferentes, y les permite colaborar para desarrollar ideas innovadoras y revolucionarias de forma conjunta. Gracias a estas colaboraciones, he podio trabajar con grandes empresas e inversores. Ha sido una experiencia dura, pero muy satisfactoria.
¿Hay alguna startup del programa que quieras destacar?
Durante estos cinco años, he visto personas de mucho talento, y proyectos de investigación y de startups muy buenos. Puedo mencionar a SAALG Geomechanics, fundada por dos doctorandos con la misma mentalidad científica que yo tenía cuando empecé, y que ahora colaboran con empresas internacionales del sector de la construcción. Pharmacelera es otra startup de éxito nacida en la universidad, que trabaja en el descubrimiento de nuevos fármacos.
Otro proyecto reciente es Exheus, propuesto inicialmente por un equipo de tres investigadores de la ciencia de datos, el ADN y la biología. Aplican tecnología de aprendizaje automático y análisis de datos a la genética para facilitar la detección de lesiones en deportistas profesionales. Además, hace poco han colaborado con el sector de la salud pública.
RheoDx es otra startup que aplica la física a los sectores de la industria, la alimentación y la salud. Trabajan con un enfoque progresivo para detectar enfermedades en los análisis de sangre. Es una colaboración entre matemáticos, físicos, The Collider y el mundo empresarial que tendrá un impacto en la sociedad.
¿Cuáles son los principales desafíos que ves a nivel industrial a la hora de promover iniciativas de transferencia tecnológica de éxito?
El principal desafío es la comunicación entre las empresas y los investigadores, porque hablan idiomas distintos. La investigación tiene un ritmo concreto, pero el mundo real se mueve mucho más rápido, así que nuestro trabajo consiste en facilitar esta colaboración. Por otro lado, ayudamos a las grandes empresas a darse cuenta de que cuentan con buenos recursos en su entorno. Nuestra tarea es cambiar la mentalidad.
¿Qué pasos debería seguir un emprendedor en serie que quiera formar parte de una startup tecnológica? ¿Y qué debería hacer un profesional de I+D que tenga una idea comercializable?
Depende de la experiencia que tengan en investigación o emprendimiento. Un consejo para ambos sería que formarán un buen equipo y no se preocuparan por las ideas. El emprendimiento es un juego de colaboraciones. Tenemos que ser generosos con los demás, compartir, y alinear el conocimiento y la visión de las personas en el mismo camino.
La experiencia del fracaso es esencial. Animo a las personas a empezar con pequeñas iniciativas propias, para que puedan aprender de los fallos. La colaboración con el resto del equipo también es muy importante. La segunda causa más importante del fracaso de las empresas es la mala gestión de los recursos humanos. La empatía es otro aspecto clave. Para alcanzar el éxito, hay que saber entender las necesidades y preocupaciones de los demás, y también crear un equipo multidisciplinario con una visión única. Es decir, se trata de conseguir la excelencia en la ejecución, pero también en la gestión de los equipos.
¿Cuál sería tu visión ideal para el futuro de la transferencia tecnológica? ¿Hay alguna institución que te gustaría que hiciese más esfuerzos por promoverla?
Creo que si estamos contribuyendo a cambiar la sociedad es porque estamos cambiando la mentalidad de las nuevas generaciones. Es probable que en los próximos cinco años, acabemos por desaparecer porque ya no se nos necesite. Pero eso no es malo, ya que nuestra misión como fundación pública es ayudar a la sociedad a crear un ecosistema dinámico de emprendimiento e investigación.
En el futuro, las universidades tendrán la oportunidad de utilizar el mismo idioma que habla el mundo empresarial, y los inversores nacionales se atreverán a invertir en proyectos académicos que supongan un reto. En general, las personas lo tendrán más fácil para interconectar en este nuevo ecosistema, que será más parecido a Silicon Valley y a otros centros tecnológicos internacionales.