Tienes una gran experiencia en innovación e investigación, tanto en el sector público como en el privado o el académico. ¿Qué es lo que más te interesa de estos campos y qué fue lo que te llevó a trabajar en ellos?
En The Collider nos interesa especialmente el papel de la transferencia tecnológica como motor de innovación. ¿Crees que hay suficiente intercambio de resultados de I+D? ¿Qué habría que hacer para avanzar en este sentido?
En un artículo tuyo de 2017 decías que “las empresas en general no consideran a las universidades como proveedores de innovación”. ¿Por qué crees que sucede esto y qué puede hacerse para mejorar esta situación?
Has sido director del programa Catalunya Emprèn, una iniciativa de impulso al emprendimiento de la Generalitat, y también has trabajado en los sectores privado y académico. ¿Dónde crees que has conseguido un impacto mayor?
¿Puedes comentar algún ejemplo de transferencia tecnológica en el que hayas participado y que destaque por su éxito?
En otro artículo de 2019 planteabas la idea de que nos dirigimos a un “mejor capitalismo”, y de las startups como impulsoras de este nuevo modelo. ¿En qué consiste este nuevo capitalismo y en qué medida nos estamos acercando a él?
Pere Condom-Vilà es director de Investigación y Transferencia Tecnológica de la Universidad de Gerona, y profesor asociado de Tecnología y Gestión de I+D en la Universidad de Barcelona. Cuenta con una amplia experiencia en innovación y tecnología en los sectores público y privado. Ha sido director del programa Catalunya Emprèn y del Parque Científico y Tecnológico de la Universidad de Gerona. Escribe frecuentemente sobre innovación y startups en su blog y ha publicado recientemente el libro Ciencia, tecnología y startups (Universidad de Barcelona) donde explora las bases de la innovación como motor del nuevo desarrollo económico.
Tienes una gran experiencia en innovación e investigación, tanto en el sector público como en el privado o el académico. ¿Qué es lo que más te interesa de estos campos y qué fue lo que te llevó a trabajar en ellos?
Lo que me llevó a trabajar en este ámbito fue mi formación. Cuando estudiaba la carrera de ingeniería industrial empecé a sentirme atraído por temas relacionados con la tecnología, y decidí hacer mi tesis doctoral sobre transferencia tecnológica. Empecé sin ser muy consciente de dónde me metía, porque en aquel momento era un campo muy nuevo y había muy poca gente que trabajara en este ámbito.
Hoy, con más de 26 años de experiencia a mis espaldas, es algo que me apasiona y que me ha llevado a comprender que el mundo avanza gracias a dos frentes que van en paralelo: uno es la frontera del conocimiento humano y otro es la frontera de la aplicación de ese conocimiento. Ambas fronteras se mueven de forma casi simultánea, aunque esto no sucede por igual en todos los territorios.
La función de las personas que trabajamos en esto consiste precisamente en establecer la conexión entre ambas fronteras para facilitar esa aplicación del conocimiento y esa evolución simultánea. Eso es lo que más me gusta de mi trabajo: el saber que contribuyendo a las políticas públicas de innovación y tecnología, desde las instituciones y las iniciativas como innoBA o The Collider, conseguimos tener impacto en el mercado y en la sociedad.
En The Collider nos interesa especialmente el papel de la transferencia tecnológica como motor de innovación. ¿Crees que hay suficiente intercambio de resultados de I+D? ¿Qué habría que hacer para avanzar en este sentido?
El intercambio de resultados es algo en lo que hemos avanzado muchísimo, pero todavía podemos avanzar más. Las grandes universidades que transfieren tecnología en todo el mundo, la transfieren por dos motivos. En primer lugar, porque crean mucha tecnología, y por tanto hay mucha inversión; y en segundo lugar porque cuentan con los mecanismos y la cultura para que se dé esta transferencia.
En España aún no dedicamos suficientes esfuerzos a la I+D, y sin I+D no puede haber transferencia. Necesitamos más inversión en este campo. En cuanto a la cultura, hay varios instrumentos que pueden provocar este cambio, y entre ellos se encuentran programas como The Collider, que sirven para cambiar la cultura general. The Collider no solo ofrece servicios: también actúa como un faro, como un liderazgo cultural.
En un artículo tuyo de 2017 decías que “las empresas en general no consideran a las universidades como proveedores de innovación”. ¿Por qué crees que sucede esto y qué puede hacerse para mejorar esta situación?
Para que haya transferencia tecnológica no solo tiene que haber investigación, es decir, oferta, también tiene que haber demanda. En general, el tejido empresarial español no es competitivo en I+D, y esto dificulta la transferencia a empresas existentes.
Esta situación debería servir para justificar la creación de nuevas empresas intensivas en conocimiento. Los venture builders, las incubadoras, aceleradoras y otros programas de transferencia tecnológica como The Collider son los que han dado en la diana exacta del problema y están dando pasos para solucionarlo.
Has sido director del programa Catalunya Emprèn, una iniciativa de impulso al emprendimiento de la Generalitat, y también has trabajado en los sectores privado y académico. ¿Dónde crees que has conseguido un impacto mayor?
Donde más capacidad he tenido para crear impacto ha sido como director de Catalunya Emprèn, básicamente por su cercanía a la entidad que define las macropolíticas de emprendimiento y tecnología catalanas. Los programas más pequeños como Parc UPC o Parc UdG me han permitido también generar un gran impacto, pero en un ámbito más reducido.
¿Puedes comentar algún ejemplo de transferencia tecnológica en el que hayas participado y que destaque por su éxito?
Puedo poner muchos ejemplos. Está Fractus, que es una spin-off de la UPC que ha aplicado la tecnología fractal a la telefonía móvil, lo que ha permitido que los móviles de todo el mundo no tengan que llevar antenas que sobresalgan. También está BMAT, una spin-off de la Pompeu Fabra que hoy tiene clientes en 134 países del mundo, y que aplica inteligencia artificial para detectar la música que se emite en más de 8000 emisoras de radio y TV, e informa a los autores para que puedan cobrar sus derechos.
En Cataluña, el mejor ejemplo de creación de actividad económica es el de la biotecnología en general. Una gran parte de las más de 1000 empresas catalanas de este sector han surgido de la investigación pública.
En otro artículo de 2019 planteabas la idea de que nos dirigimos a un “mejor capitalismo”, y de las startups como impulsoras de este nuevo modelo. ¿En qué consiste este nuevo capitalismo y en qué medida nos estamos acercando a él?
Yo creo que sí que estamos avanzando hacia ese nuevo capitalismo. Hoy hay una “conciencia planetaria”, simplemente porque hay más conexión y la gente puede compartir sus opiniones. La crisis del coronavirus y otras crisis que están abiertas nos están haciendo ver que hay retos globales que tenemos que superar. Y para superarlos, hay una fórmula que conocemos muy bien: un grupo de personas que definen un objetivo, crean una empresa y reciben financiación. El gran cambio que se está dando es que ese objetivo tiene que ser uno que genere un impacto positivo. Las empresas con un impacto negativo dejarán de existir para dar paso a un capitalismo de impacto, un modelo en el que pueden seguir enriqueciéndose, pero creando un impacto positivo: en eso consiste el “mejor capitalismo”.
La crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto otro hecho muy importante: la I+D y la tecnología son elementos esenciales para solucionar el futuro y generar este impacto positivo. La forma de superar las crisis a las que nos enfrentamos es invertir en I+D y en la creación de empresas que aporten soluciones en base a esa I+D. Este es un tema que exploro en Ciencia, tecnología y startups, donde digo que saldremos de esa crisis gracias a la I+D y a un nuevo modelo de capitalismo, un capitalismo de impacto que es con el que el capital mundial se siente cómodo.