Hace un año, debido a la pandemia causada por la COVID-19, los medios de comunicación se hacían eco de la importante reducción de emisiones de CO2 que había tenido lugar durante las distintas fases de confinamiento en todas las grandes ciudades del mundo. De hecho, el cese de la actividad provocó un descenso del 5% de las emisiones globales de gases de dióxido de carbono en relación con el año anterior. Sin embargo, esta cifra es del todo insuficiente si queremos alcanzar los objetivos marcados en la lucha contra el cambio climático.
En este artículo ya comentábamos los problemas que ponían de manifiesto todos estos factores y planteábamos algunas posibles soluciones como el uso del coche eléctrico, una de las claves para reducir la contaminación en el futuro y fomentar un medio de transporte más eficiente. Sabemos que el vehículo eléctrico requerirá más conectividad y soluciones inteligentes. Esto significa que serán necesarias nuevas propuestas de innovación que respondan a todas las cuestiones que puedan plantear estos vehículos. Los coches eléctricos son el punto de partida para un cambio de paradigma mucho más grande que implicará la necesidad de modificar y adaptar toda una arquitectura de movilidad capaz de satisfacer tanto las necesidades del vehículo como las del consumidor.
La infraestructura
Resulta evidente que esa es la nueva dirección: adaptar las ciudades para que sean capaces de acoger al coche eléctrico sin ningún tipo de limitación. A nivel de infraestructura, el panorama de despliegue del coche eléctrico es bastante exigente y por eso es necesario plantearse cuestiones como, por ejemplo, ampliar la red de carga, uno de los puntos clave. Aunque en España la instalación de puntos de recarga de acceso público avanza progresivamente, se trata de un proceso que no está lo suficientemente extendido como para incentivar la compra de vehículos eléctricos.
Para que el uso mayoritario del coche eléctrico sea una realidad, hay que contar con un buen plan de desarrollo de infraestructuras de recarga que sea capaz de garantizar la disponibilidad de energía eléctrica en cualquier punto del territorio y a cualquier tipo de consumidor. Este plan de desarrollo debe centrarse principalmente en la instalación de puntos de recarga tanto para uso público como para uso privado.
El consumidor
Si existe un buen plan de desarrollo con garantías para los consumidores, estos, que cada vez están más sensibilizados sobre el cambio climático, tendrán menos prejuicios a la hora de cambiar de coche y serán capaces de ver en el coche eléctrico más ventajas que inconvenientes. Si en las grandes ciudades se está empezando a limitar el acceso de aquellos vehículos que más contaminan, los consumidores se verán obligados, tarde o temprano, a adaptarse a la nueva normativa, pero ¿será posible llegar a todo el mundo? Quizá quienes no puedan permitirse un coche nuevo o todavía no cuenten con las instalaciones necesarias para desplazarse sin limitaciones con un coche eléctrico, tendrán que buscar nuevas formas de transporte. Una de ellas puede ser la combinación del coche de combustión con el transporte público en las zonas más céntricas de la ciudad, una medida que reduciría las emisiones de CO2.
Los retos y las soluciones
Los principales retos que plantea el uso de vehículos eléctricos están relacionados con las redes de carga, como hemos visto, pero también con la capacidad de las baterías y su ciclo de vida. Para resolver estos problemas, están surgiendo prometedores proyectos de innovación en todo el mundo que, sin duda, facilitarán la adopción generalizada de este medio de transporte. Fermata Energy, por ejemplo, es una startup que ha sido seleccionada para el programa Startups Accelerator for Climate Change de Google por su innovador sistema de carga bidireccional. Esta tecnología permite que los vehículos no solo reciban electricidad de la red, sino que también puedan devolverla a la misma. De esta manera, los coches eléctricos se convierten en sistemas de almacenamiento eléctrico y contribuyen a mejorar la capacidad de almacenamiento de la red eléctrica y resolver los problemas de estabilidad de la red, que son los principales retos que plantea el uso de energías renovables.
Otra innovadora propuesta relacionada con la carga es la de GBatteries, una startup con sede en Ottawa que utiliza tecnología de inteligencia artificial, electroquímica, procesamiento de señales y electrónica de alta potencia para cargar las baterías de ion de litio en pocos minutos sin que eso afecte su vida útil. Fundada en 2014, ha llamado ya la atención de los inversores de Silicon Valley y conseguido fondos de entidades como Airbus Ventures, Initialized Capital, Plug and Play, SV Angel o Y Combinator, entre otras. Al evitar que las baterías se dañen, prolongan su vida y resuelven el mayor problema ambiental que plantean los vehículos eléctricos, que es el del agotamiento de minerales como el cobalto o el níquel, componentes principales de las baterías. En este campo trabaja también una joven startup suiza, akksel, que ofrece soluciones de economía circular que conectan a usuarios y proveedores para el reciclaje y la reutilización de las baterías y sus componentes.
Una realidad cada vez más cercana
Pero, ¿estamos realmente decididos a avanzar en este aspecto? La respuesta es sí. Sobre todo, si pensamos en el consumidor y en las empresas que liderarán la transición con la creación de nuevas tecnologías que resuelvan los problemas que plantea la adopción de vehículos eléctricos. Este nuevo paradigma requerirá el despliegue de nuevas tecnologías que hasta ahora no se han desarrollado y, con mucha probabilidad, serán las startups las que lideren el cambio.
The Collider es una iniciativa tecnológica de Mobile World Capital Barcelona que fomenta iniciativas de transferencia tecnológica para conectar la ciencia con el talento empresarial y crear startups disruptivas que impulsen la transformación digital de la sociedad y mejoren la vida de las personas en todo el mundo.