Tendemos a asumir que, una vez que se inventa una nueva tecnología, llevarla al mercado no es más que una mera formalidad. Damos por sentado que las pantallas táctiles son sinónimos de smartphones y tablets, y que los GPS son el sustituto natural de los mapas de carreteras.
Lamentablemente, lo habitual es que esto sea la excepción a la regla: hay importantes descubrimientos de I+D que nunca llegan a salir de las paredes de los laboratorios universitarios, ya sea debido a la burocracia o al desconocimiento mutuo de los agentes que participan en este tipo de procesos.
Dado que interactuamos con diferentes tecnologías todos los días, vale la pena pararse de vez en cuando a reflexionar sobre cómo se han desarrollado. La transferencia tecnológica es un testimonio maravilloso de la innovación y la colaboración humanas, y puede generar resultados excepcionales.
Tras la pantalla del iPhone
El 29 de junio de 2007, Steve Jobs hizo una presentación legendaria en la conferencia MacWorld. Con su camiseta negra y sus vaqueros característicos, dio una charla bastante informal que después revolucionaría nuestro concepto de la tecnología moderna. Fue allí donde presentó el iPhone, un smartphone portátil con un diseño elegante que se podía manejar tocando la pantalla. Parecía que fuese producto de la ciencia ficción.
Pero Jobs y el iPhone coparon las noticias de todos los medios a nivel internacional, y fueron motivo de conversación en todos los centros académicos y lugares de trabajo. En todas partes se podían ver imágenes de este genio con su invento perfecto y fácil de usar.
Y, aunque Steve Jobs claramente merecía dicha atención, esta historia va mucho más allá. Además de los centenares de personas que trabajaban directamente bajo la dirección de Jobs en Apple, gran parte de esta tecnología había sido creada por innovadores profesionales de I+D. Para empezar, la pantalla táctil se debe a Samuel Hurst, Wayne Westerman y John Elias. Además, la unidad central de procesamiento es obra de John Atanasoff, John Mauchley y J. Presper Eckert. De hecho, cada una de las seis capas del iPhone puede atribuirse a un equipo diferente de investigadores.
No es cuestión de menoscabar el éxito de Jobs. Todo lo contrario, el visionario estadounidense se merece el reconocimiento de haber identificado y explotado el poder de colaboración de la transferencia tecnológica para crear un producto que cambió la vida de millones de personas en todo el mundo.
Transferencia tecnológica que salva vidas
Jobs logró una proeza de transferencia tecnológica excepcional y altamente compleja, algo que no solo se da en los proyectos anunciados a bombo y platillo de Silicon Valley, sino que puede ocurrir en otros rincones del mundo, con efectos menos ostensibles pero igual de transformadores.
Los vehículos que hoy conducimos distan mucho del que Karl Benz inventó en 1886. Con el paso de los años, se han ido convirtiendo en máquinas más potentes, fiables y avanzadas. Para llegar a la fabricación de los coches modernos, han sido necesarios muchos procesos de transferencia tecnológica. Pero quizá la contribución tecnológica más importante haya sido una pieza de tecnología relativamente simple: el cinturón de seguridad.
Fueron los investigadores de la Universidad de Cornell quienes inventaron los cinturones que usamos actualmente en 1957. La evolución del diseño original, que dio lugar al modelo actual de tres puntos, y la obligatoriedad de su uso impuesta por los gobiernos, han hecho que este artilugio tan importante fruto de la transferencia tecnológica salve 11 000 vidas al año solo en Estados Unidos.
NASA: transferencia tecnológica de otro planeta
Cuando uno oye hablar de la NASA, piensa automáticamente en lanzamientos de cohetes y misiones a la luna. Sin embargo, esta agencia de investigación también es responsable de un gran número de iniciativas de transferencia tecnológica de éxito. David Miller, antiguo jefe de Tecnología de la NASA, dijo en una ocasión que la transferencia tecnológica era la misión continua más antigua de la agencia. Aunque resulta imposible calcular el impacto que la NASA ha tenido en la transferencia tecnológica, hay una contribución en particular que nos gustaría destacar: los termómetros infrarrojos.
Los termómetros infrarrojos tienen un amplio número de aplicaciones: desde la monitorización de sistemas eléctricos hasta la medición de la temperatura corporal. Además de los muchos beneficios que ha aportado esta tecnología —especialmente durante la pandemia del COVID-19—, la manera en que se llevó a cabo su desarrollo es una muestra de la dedicación de la NASA al fomento de la innovación.
La agencia cuenta con un programa de colaboradores tecnológicos creado especialmente para desarrollar y llevar al mercado tecnologías emergentes. En colaboración con Diatek Corporation, NASA desarrolló una tecnología que permitía medir la radiación térmica que emite el tímpano de los pacientes, convirtiendo la radiación infrarroja en una seña eléctrica mediante un detector. Esta herramienta de medición reduce de forma drástica el riesgo de infección, dado que no entra en contacto con el tímpano de los pacientes.
Nuevos avances de transferencia tecnológica
Estas iniciativas representan lo último en innovación: son proyectos de transferencia tecnológica que arrojan luz sobre lo que nos depara el futuro. Las nuevas ciudades inteligentes suponen un gran avance en la lucha contra el cambio climático. Definidas por el uso de datos para la gestión de recursos y servicios, estas ciudades cuentan con el potencial para transformar nuestro entorno urbano.
Uno de los factores motores más importantes de las ciudades inteligentes es el 5G, que se espera que en los próximos cinco años reciba una inversión de un billón de dólares. Esta tecnología representa el verdadero potencial de la transferencia tecnológica, que da lugar a aplicaciones y efectos económicos en muchos ámbitos. Más allá de su aplicación en las ciudades inteligentes, el 5G ayudará a los médicos a realizar mejores diagnósticos, y se espera que genere 3,6 billones de dólares de aquí a 2035.
The Collider: un programa pionero de transferencia tecnológica
The Collider es un programa de creación de empresas que busca conectar las esferas de la ciencia, la empresa y el emprendimiento. Este proyecto de innovación fomenta iniciativas de transferencia tecnológica que ponen el contacto la ciencia con el talento empresarial para crear start-ups disruptivas basadas en la tecnología. The Collider es una iniciativa tecnológica de Mobile World Capital Barcelona, que pretende impulsar la transformación digital de la sociedad para ayudar a mejorar la vida de las personas en todo el mundo.